
Familia amish (Lancaster, EUA)
A pesar de los esfuerzos por promover los derechos de las mujeres, muchas prácticas culturales y religiosas restrictivas siguen siendo comunes en diversas partes del mundo, especialmente en comunidades conservadoras y rurales. Algunas sociedades imponen limitaciones severas a la movilidad y libertad de las mujeres, dificultando su capacidad para trabajar fuera del hogar, viajar sin acompañante masculino o participar en actividades sociales. En algunos entornos culturales y religiosos se espera que las mujeres sigan estrictas normas de vestimenta y modestia, lo que restringe su libertad de elección y expresión. En otras, las chicas están obligadas a casarse cuando aún son menores, a menudo sin su consentimiento. UNICEF estima que aproximadamente el 21% de las mujeres en el mundo se casan antes de cumplir los dieciocho años, lo que limita sus oportunidades educativas y de desarrollo personal.
“ A escala mundial, una de cada cinco niñas
se casa antes de los dieciocho años
— UNICEF

Una chica Karo adolescente se prepara per ser casada (Etiopía)
Las imposiciones culturales y religiosas afectan a la autonomía y la salud de las mujeres, limitando sus oportunidades educativas y económicas, creando un entorno donde son vulnerables a los abusos y perpetuando los ciclos de desigualdad y de marginación. Muchos países han aprobado leyes para revertir estas desigualdades, pero su implementación efectiva choca con resistencias y, en algunos casos, con la falta de voluntad de las autoridades para cuestionar unas normas y prácticas culturales profundamente arraigadas. En estos contextos, las mujeres suelen sufrir dificultades a la hora de acceder a los sistemas de justicia y hacer valer sus derechos debido a la falta de apoyo de la comunidad y el estigma asociado a desafiar las tradiciones.
“ En 18 países, los maridos pueden impedir legalmente que sus mujeres trabajen
— Banco Mundial
Para cambiar las actitudes, comportamientos e imposiciones es fundamental adoptar planteamientos integrales que involucren a gobiernos, organizaciones y líderes comunitarios, religiosos y sociales, fomentando el respeto por la diversidad cultural pero, a la vez, defendiendo los derechos humanos universales. La educación y la concienciación sobre los derechos de las mujeres es imprescindible para superar las imposiciones, fortalecer su autonomía y reducir su dependencia de estructuras familiares y comunitarias restrictivas, creando entornos seguros donde puedan vivir con dignidad, seguridad y libertad de elección.

Dos mujeres se bañan en el Mar Rojo (Arabia Saudita)


