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Taller de costura durante la dictadura franquista
La figura del cabeza de familia y el control económico sobre la esposa eran componentes esenciales del régimen autoritario y patriarcal que sufrió España durante la dictadura de Franco (1939-1975). El régimen franquista promovió un modelo de familia tradicional, en el que el hombre era el único proveedor y la mujer se encargaba de la casa y de la crianza de sus hijos. En virtud de la Ley de Régimen Jurídico del Estado de 1958, los maridos tenían el control total sobre los bienes y las finanzas del hogar, y los esposos necesitaban su consentimiento para realizar transacciones económicas importantes, abrir cuentas bancarias o trabajar en ciertos sectores. Esta normativa reflejaba una ideología que no sólo subordinaba a las mujeres en términos económicos, sino que también limitaba la autonomía personal y profesional. Las mujeres no podían firmar contratos, recibir créditos o realizar gestiones legales sin autorización, lo que reforzaba la dependencia de sus esposos y mantenía su papel secundario en la esfera pública.
La dictadura de Franco dejó un legado de desigualdad económica y social que las generaciones posteriores de mujeres tuvieron que superar. Las reformas durante la transición democrática de España ayudaron a mejorar la situación, pero las secuelas del control económico y las actitudes patriarcales aún persisten en muchas mujeres que vivieron en primera persona este episodio de la historia reciente de España.
“ A escala mundial, el 65% de las mujeres tienen una cuenta en una institución financiera,
en comparación con el 72% de los hombres
— Banco Mundial

El cambista y su mujer (Marinus, 1539, Museo del Prado)
Fruto de su confinamiento en el ámbito doméstico, en muchas sociedades patriarcales las mujeres no disponen de conocimientos financieros suficientes, lo que dificulta la toma de decisiones acertadas frente a situaciones económicas complejas. Las mujeres reportan a menudo niveles más bajos de confianza en comparación con los hombres y, en consecuencia, a menudo tienen un acceso limitado a los créditos y a la financiación, lo que limita su capacidad para invertir y hacer crecer los negocios propios o mejorar su situación económica.
“ Las mujeres son un 20% menos propensas que los hombres a tener acceso a financiación
— Banco Mundial
La educación financiera comporta una mayor independencia económica para las mujeres. Comprender conceptos como ahorro, inversión, gestión del crédito o planificación para la jubilación, permite a las mujeres tener más control sobre sus ingresos y activos, tomar decisiones más informadas y gestionar y generar recursos de forma más sostenible. Mejorando las habilidades financieras de las mujeres se garantiza su seguridad económica a lo largo de sus vidas, reduciendo la vulnerabilidad y riesgo de caer en la pobreza. Además, las mujeres con una buena formación financiera pueden influir positivamente en la educación y bienestar económico de sus familias, generando también un efecto multiplicador en el desarrollo social y económico de sus comunidades.

Vendedora en un mercado de Samarcanda (Uzbekistán)
