
El movimiento #MeToo es una iniciativa global que visibiliza y combate el acoso sexual y la violencia de género. Su origen se remonta al 2006, cuando la activista Tarana Burke utilizó la frase Me Too para apoyar a mujeres víctimas de abusos sexuales en comunidades marginalizadas. Sin embargo, no fue hasta octubre de 2017 cuando el movimiento ganó proyección internacional, cuando la actriz Alyssa Milano promovió el hashtag #MeToo en respuesta a las acusaciones contra el productor de Hollywood Harvey Weinstein. A partir de ese momento, el hashtag se convirtió en una poderosa herramienta para que mujeres de todas las edades y contextos compartieran sus experiencias de acoso sexual y agresión. El fenómeno se extendió rápidamente a escala mundial, evidenciando que el acoso y la violencia de género eran problemas sistémicos y generalizados en diversos sectores, desde el entretenimiento hasta la política, el académico o el ámbito laboral. En 2018, un año después del inicio del movimiento, el 45% de las empresas en Estados Unidos habían tomado medidas adicionales para prevenir el acoso sexual.
“ En las primeras 24 horas desde la primera publicación en Facebook,
el hashtag #MeToo fue citado más de 12 millones de veces
– CNN

Manifestación de Sufragistas (Inglaterra)
A excepción de algunos episodios puntuales, no fue hasta el siglo XIX cuando surgió el feminismo organizado. A lo largo del siglo XX, el movimiento se expandió y diversificó, planteando temas como el acceso a la educación, la igualdad en el trabajo o el control sobre el propio cuerpo. Gracias a estas reivindicaciones se consiguieron avances significativos en muchos países occidentales, incluido el derecho a voto, el derecho a la igualdad salarial o la protección contra la discriminación. Durante las décadas de los 60 y 70, el movimiento ganó impulso poniendo sobre la mesa temas como los derechos reproductivos o la violencia de género, y movimientos como el Women's Liberation Movement impulsaron importantes cambios legislativos y sociales. La tercera ola del feminismo, desde la década de 1990 hasta la actualidad, centra sus reivindicaciones en la diversidad, la interseccionalidad y los derechos de las mujeres en todas las culturas, profundizando en temas como la representación política, la violencia de género, la igualdad en el ámbito laboral o la autonomía reproductiva. Aunque en muchos lugares y sectores se han conseguido avances significativos, la igualdad completa aún está lejos de alcanzarse.
“ En al menos 36 países, las mujeres no tienen los mismos derechos
a la propiedad y la herencia que los hombres
– ONU Mujeres
Las desigualdades estructurales persisten en muchos contextos y ámbitos cotidianos. Los estereotipos de género y las normas culturales arraigadas afectan desproporcionadamente a las mujeres en muchas partes del mundo, limitando su autonomía, su comportamiento y el acceso a las oportunidades educativas, laborales o de liderazgo. A nivel global, las mujeres sufren desigualdades en el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, así como en la capacidad para tomar decisiones informadas sobre su propio cuerpo. La violencia de género sigue siendo una preocupación grave en todo el mundo, con altos índices de violencia doméstica, agresiones sexuales o tráfico de personas. En este contexto, los movimientos feministas son más necesarios que nunca para seguir impulsando políticas y leyes que promuevan la igualdad y protejan los derechos de las mujeres en todos los ámbitos, garantizando su plena participación en la sociedad.

Mujer y paraguas (Etiopía)