Imposiciones culturales: la poligamia

Una chica Hamer (Omo Valley, Etiopía)

Las mujeres Hamer, un grupo étnico del suroeste de Etiopía, utilizan los collares para simbolizar su estatus social y su posición en matrimonios polígamos. Los collares ayudan a distinguir visualmente la jerarquía entre las esposas y reflejan su posición dentro de la estructura familiar. La primera esposa utiliza un collar conocido como evangadi, una banda gruesa de metal que envuelve el cuello, decorado con múltiples hileras de adornos. Este collar es exclusivo de la primera esposa, simbolizando su estatus y autoridad dentro del hogar. La primera esposa es respetada y desempeña un papel privilegiado en la administración de la familia y las propiedades. Las esposas secundarias también llevan collares, pero son diferentes en diseño y menos elaborados que el evangadi. En diversas culturas en todo el mundo, la poligamia es legal y socialmente aceptada.

 El 25% de las personas casadas en el África subsahariana
forman parte de matrimonios polígamos
 Pew Research Center 

La primera esposa con el evangadi (Omo Valley, Etiopía)

En algunas sociedades, la poligamia está ámpliamente aceptada e incluso impulsada por razones culturales, religiosas o económicas. Sin embargo, esta práctica supone desafíos emocionales, financieros y legales para las mujeres, especialmente en lo que se refiere a la equidad en el matrimonio, la crianza de los hijos o el acceso a las oportunidades. Los estudios concluyen que las mujeres en matrimonios polígamos disponen de menor acceso a recursos y una mayor carga de trabajo, y sufren niveles más altos de estrés y problemas de salud mental en comparación con las mujeres en matrimonios monógamos. La poligamia también puede influir en el acceso a los recursos y la educación para los hijos. Los estudios demuestran que los niños en familias polígamas tienen más probabilidades de sufrir desventajas educativas y económicas debido a la distribución desigual de los recursos entre las distintas madres.

A medida que se desarrollan las sociedades, crece el reconocimiento de las mujeres como individuos con derechos y autonomía propios, y no como objetos de posesión o control masculino. Los movimientos feministas y defensores de los derechos humanos siguen abogando por la eliminación de prácticas como la poligamia, que perpetúan la desigualdad de género, la cosificación de las mujeres y la discriminación basada en el estado marital. En los últimos años, en algunos países donde la poligamia sigue siendo legal, la mayoría de las familias prefieren modelos familiares monógamos y la tasa de matrimonios polígamos ha disminuido. Promover la educación y la sensibilización sobre los derechos de las mujeres, el respeto mutuo y la equidad en las relaciones personales es fundamental para la construcción de sociedades más justas, cohesionadas e inclusivas. 


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