
Esperando la llegada del pescado (Cayo Culebra, Honduras)
En el islote de la Culebra, cuando cae el sol, las mujeres se reúnen en la pequeña y rudimentaria cabaña de madera que hace de lonja, justo al lado del embarcadero, y ríen con ganas y hablan de sus cosas mientras esperan que los hombres vuelvan del mar. En este minúsculo islote caribeño apenas hay espacio para unas pocas familias, y por fuerza deben estar bien avenidas. En el ámbito de la pesca mundial, existe una notable disparidad de género que refleja las dinámicas tradicionales de muchas comunidades costeras: los hombres participan en las actividades de captura, mientras que las mujeres lo hacen en tareas relacionadas con el procesamiento y la comercialización del pescado. Sin embargo, su contribución en la cadena de valor es esencial para la sostenibilidad del sector.
“ El 85% de los pescadores son hombres; las mujeres constituyen el 15% restante
— FAO
Pescadora (Estuario del Garona, Francia)
La relación entre mujeres y mercado laboral ha experimentado una evolución significativa a lo largo de la historia. Tradicionalmente, las mujeres han desempeñado roles predominantes en la gestión del hogar y el cuidado de la familia, actividades que no se reconocen como trabajo remunerado, pero que son fundamentales para el funcionamiento de una sociedad. Fuera del ámbito doméstico, las mujeres sufrían discriminaciones en el acceso al mercado laboral. A lo largo de los últimos dos siglos, los movimientos feministas han luchado por revertir la tendencia, reivindicando el acceso equitativo a las oportunidades y la igualdad salarial. Pese a los notables avances, los desequilibrios no se han resuelto por completo. En algunas regiones, sobre todo en Oriente Medio y en el norte de África, la participación femenina en la fuerza laboral es todavía baja, con una tasa de ocupación inferior al 20%.
“ La tasa mundial de participación laboral de las mujeres es del 48,5%,
en comparación del 75% de los hombres
— Organización Internacional del Trabajo
A escala mundial, la responsabilidad del cuidado de la familia y el hogar sigue recayendo en gran medida sobre las mujeres, que a menudo disponen de menos descansos adecuados y tiempo libre, debido a la carga adicional desproporcionada que supone el trabajo doméstico no remunerado. La falta de políticas laborales flexibles hace que muchas mujeres no puedan participar plenamente en el mercado laboral, sobre todo en sociedades en las que las expectativas culturales no ofrecen un apoyo adecuado a la conciliación de roles. La maternidad suele representar también un obstáculo para la progresión profesional debido a la falta de licencias parentales y la presión para equilibrar las responsabilidades laborales con las familiares. En muchos entornos laborales, las mujeres sufren estereotipos, estigmas y discriminación relacionados con la maternidad, como la percepción de que ser madre perjudica el rendimiento y el compromiso de las mujeres con el trabajo.
“ Las mujeres dedican 4,1 horas diarias a tareas domésticas; los hombres, 1,7
— OCDE
El futuro laboral de las mujeres depende de seguir desafiando las normas y expectativas de género tradicionales, promoviendo entornos de trabajo inclusivos y equitativos, donde todas puedan desarrollar su potencial sin limitaciones, incluyendo la transparencia salarial y el apoyo a la conciliación familiar. La participación de las mujeres en el mercado laboral no sólo beneficia a las mujeres individualmente, sino que también contribuye a articular sociedades más justas y prósperas en general.

Pescadería en el mercado del Cuzco (Perú)