Okoucha: las niñas y el trabajo infantil

Una niña conduce un rebaño de cabras (Etiopía)

A través de vastos y áridos paisajes del Omo Valley, la joven Okoucha conduce un rebaño formado por una veintena de cabras de colores y pelajes diversos. Las cabras se mueven dando saltitos mientras arrancan pequeñas hierbas y arbustos que brotan de la tierra seca, y que van encontrando a su paso. Desde que tiene recuerdos, su vida ha estado ligada al rebaño. En la mano lleva una rama larga y fina que utiliza de vez en cuando para guiar y mantener juntas las cabras, en un viaje permanente que se extiende a través de la nada. A menudo se cruza con otros niños y niñas como ella, vestidos con sus uniformes escolares y las mochilas al hombro. La escuela, un edificio de ladrillos rojos y techo de chapa metálica, es un lugar que Okoucha sólo ha visto desde la distancia, como un símbolo de lo que no es, pero de lo que podía haber sido..

 A escala mundial, hay 64 millones de niñas trabajadoras,
el 71% están empleadas en el sector agrícola
Organización Internacional del Trabajo

Niños pastores (Kenya)

Muchos países han implementado leyes y políticas para combatir el trabajo infantil, garantizando que los niños y niñas puedan completar su educación y crecer de forma segura. Los países desarrollados priorizan la educación de los niños como un derecho fundamental, ofreciendo programas educativos obligatorios y gratuitos. Además, existen leyes y regulaciones laborales estrictas que prohíben o limitan severamente el trabajo infantil, y redes de seguridad social sólidas que ofrecen apoyo a las familias en situación de vulnerabilidad, reduciendo la presión económica que podría empujar a los padres a hacer trabajar a sus hijos. Sin embargo, muchas niñas todavía se ven afectadas desproporcionadamente por el trabajo doméstico en el propio hogar, lo que limita sus oportunidades de ocio y esparcimiento.

En los países en desarrollo, por el contrario, especialmente en áreas rurales, el trabajo infantil es una realidad prevalente, a causa de la pobreza extrema y de la necesidad económica de las familias. Las normas culturales perpetúan roles de género tradicionales y contribuyen a la explotación laboral de las niñas ya desde pequeñas. La mayoría de las niñas trabajadoras tienen entre cinco y catorce años, y están involucradas en trabajos domésticos, tanto en el propio hogar como en casas de terceros, en la agricultura o en la manufactura informal. El hecho de tener que trabajar impide a muchas niñas asistir regularmente a la escuela y completar su educación, limitando las oportunidades futuras de desarrollo personal y profesional, contribuyendo, así, a perpetuar los ciclos intergeneracionales de pobreza femenina. El trabajo infantil también afecta a la salud mental y emocional de las niñas, que pueden sufrir estrés, ansiedad y traumas debido a las duras condiciones de trabajo y explotación.

 En el África subsahariana, sólo el 70% de las niñas trabajadoras van a la escuela,
en comparación con el 80% de los niños
UNICEF

Pastora de camellos (Marruecos)

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